Sunday, July 31, 2005

El mandamiento del Dios

Acabo de recordar, viendo las hojas en blanco de un cuaderno, como el daguerrotipo de la nada, lo que le sucedió a un conocido.
Cierto día se encontró con un libro sobre la mesa del comedor, que carecía de toda impresión.
Sus hojas blanquísimas, no querían develar el más mínimo secreto. Pero, ante la mirada de aquel hombre, más intimidante que curiosa, logró develar algunas páginas que dicen lo siguiente: “De Francisco de Quevedo, entonces rescato: Polvo serán, mas polvo enamorado. Ve y fíjate en esa caja de madera tallada a mano, que por cierto nunca usas. Allí encontrarás algo que te provocará la más profunda y empalagosa de todas las tristezas. Nunca volverás a ser el mismo, nunca después de de ese almuerzo del que solo conservas el nostálgico y triste recuerdo de la simpleza del mundo en todo su esplendor.
Habrás cambiado y entonces, una mañana, ya habrás muerto bajo tus celestes sábanas. Estarás solo y nadie te dará cristiana sepultura, porque te has quedado solo en el mundo. Habiendo tanta gente a quién recordar, solo verás a tu amor, tu único amor, tan perdido como nadie ni nada. La imagen durará segundos, y luego, deberás recurrir irremediablemente a tu memoria. Y cuando no tengas memoria serás una piedra sola, sin posibilidad de poder relacionarte con otras piedras, porque es obvio que no puedes”.
Algunos sabios se han enterado de estas letras que ese hombre ha imaginado escritas –o tal vez vio- sobre unas páginas vacías, y han opinado que contienen cuatro temas claves que el hombre tiene la obligación de conocer, antes de morir.
Los temas no están claramente establecidos, y será tarea de cada uno, averiguar cuales son.
Tampoco hay tema que sea totalmente erróneo. Con saber, o al menos intuir de que se trata, y establecer cuatro palabras, como una síntesis argumental simple, pero no menos trabajosa, el lector habrá cumplido con su tarea. Puede tardarse cinco minutos, o cuarenta años. Decida usted, entonces.

No comments: