Saturday, October 29, 2005

Iturralde

Jorge Iturralde trasnochaba en un bar donde había tragos y varias mesas de villar americano.
El desgano, la abulia y la incesante búsqueda existencial luego de sus treinta años dentro de la Policía del Chubut lo habían dejado vacío, junto con la muerte de su esposa.
Pasaba largas horas degustando alguna caña y fumando tabaco negro. La mirada perdida hacia algún rincón, la rigidez, el pelo corto y el bigote eran rasgos que no tardaban en denotar que se había convertido en un hombre solitario y que su vida, si no terminaba pronto o no tomaba un giro inesperado cambiando repentinamente, seguiría siendo la misma, los mismos días en el mismo lugar (que antes eran de comisaría), la misma bebida y la misma soledad.
Transcurría, entonces, inmutable, recordando su historia: en el mil novecientos sesenta y seis había ingresado por decisión de los padres (para paliar su rebeldía) en la Escuela de Cadetes, y en el 95 ya era Comisario Inspector. Pero lo inevitable algún día llegaría y en el 98 pasó a retiro. Desde entonces y tras la muerte de su esposa –en el 99- pasó los días buscando algo que no sabía que era –¿algún designio que el universo le tendría preparado?- y en el dos mil cuatro acabó por recibirse de abogado. Su intento trunco de estar al frente de un estudio jurídico –que no era lo mismo que ser un funcionario importante- lo había devastado.
Quizás era el mismo de siempre, pero gastado, avejentado, consumido, desganado y casi alcohólico (de hecho siempre había tenido problemas con el alcohol) pero él decía riendo que no tenía ningún problema con el alcohol, sino todo lo contrario.
La voz masculina de un sueño lo despertaba todas las madrugadas, desde hacía un año. Esa voz era indescifrable, pero él creía que alguien a quien no conocía le quería decir algo, o lo andaba buscando.
Al fin, una noche un hombre de aspecto similar al de él, con campera de cuero, botas y lentes clásicos oscuros apareció en el bar. Creyó que también ese hombre era o había sido policía, sintió cierta repulsión, porque en un instante lo había confundido con un suboficial de la Brigada de Investigaciones, a quien odiaba. Pero a medida en que el hombre se acercaba a la mesa donde Iturralde estaba sentado bebiendo, y el corazón se aceleraba, esa idea desapareció casi por completo; cuando el forastero con voz amable y a la vez intimidatoria –era quizás la misma voz del sueño- interrumpió aquel vacío de Iturralde:
_Buenas noches, comisario-mientras retiraba una silla de la mesa donde estaba sentado- lo estaba esperando…
Temeroso pero firme, y alzando la mirada Iturralde le dijo en un tono inentendible: _comisario inspector en situación de retiro.
_Espero no molestarlo señor comisario inspector, permiso-dijo mientras se sentaba del lado opuesto-
_Si, si, adelante-prosiguió Iturralde mientras terminaba en último sorbo de caña-de alguna manera yo también lo estaba esperando…
_Como anda la familia, Iturralde? –dijo el hombre con una sonrisa satírica-
_Preferiría que me diga quien carajo es usted, de una vez por todas, amigo-dijo Iturralde un poco molesto- aparte si me conoce debe saber que no tengo familia, sino en otros lugares.
_Así que también usted me esperaba?-dijo el forastero sorprendido- ah, por cierto, Muñoz, mucho gusto-dijo el hombre, con una semi sonrisa de cortesía-.
_Mire, es extraño, esto me confunde-dijo el comisario un tanto preocupado-, yo lo esperaba, esperaba a alguien, pero no se por qué. Supongo que de alguna manera usted sabe mejor a qué vino acá, y por qué yo lo esperaba.
_Tengo un negocio para hacer con usted.
_Negocio?, no me interesa… mire, Muñoz, o como se llame usted, vivo de la pensión generosa que recibo, así que si vino a desafiarme a un partido de pool dígamelo ahora, que con gusto lo voy a hacer perder –decía entre risas Iturralde-.
_Justamente, comisario, necesito que haga perder a alguien, que pierda a alguien.
_Tráigame un buen contrincante y con gusto jugare un buen partido.
_No, no, no se trata de eso –decía Muñoz girando la cabeza hacia ambos lados, cabizbajo-.
_Entonces que quiere, muchacho?
_Necesito que alguien salga perdiendo, o que pierda a alguien, mejor dicho…
_A ver si lo entiendo, joven, usted quiere que yo haga desaparecer a alguien –gradualmente la cara feliz y sonriente de Iturralde se fue convirtiendo en apesadumbrada, seria y con el seño fruncido-.
_Le vuelvo a repetir, Iturralde, que hay buena recompensa.
_Esto es absurdo, yo no se quien es usted, ni lo conozco, además… digo yo, por qué no liquida usted a ese alguien si tanto le…
_Lo tiene que hacer usted, Iturralde!-interrumpió Muñoz- le conviene, yo le digo que es por su bien.
Iturralde transpiraba y ya estaba nervioso.
_Mire, yo soy un hombre de bien, soy policía, hombre, no me joda, no quiero que…
La ausencia del hombre interrumpió a Iturralde, y cuando alzó la vista ya estaba abriendo la puerta y saliendo al exterior.
_Óigame! Carajo!, vuelva mierda!, quieto!, pero la putísima madre que lo re mil parió-se quejaba Iturralde resoplando-. Resolvió levantarse, se puso la campera y cuando se dirigía a la puerta lo detuvo el encargado y le dio un papel. Al salir a la calle lo leyó, no sin antes fijarse si Muñoz andaba por ahí cerca. El papel decía lo siguiente:
_No joda, comisario, hay buena paga, y si se niega lamentara lo que le quede de muerte en el infierno.
Iturralde se prometió así mismo que no estaba asustado, y que debía dar con ese hombre y detenerlo. Corrió hacia su auto. Después de desactivar la alarma, y tratando de que el viento y la tierra no le golpeen la cara, subió al auto de golpe. Algo lo había borrado por unos minutos. Cuando despertó, quiso arrancar el auto, pero no encontraba las llaves.
_Es esto lo que busca? –lo interrumpió el mismo hombre morocho del bar, ese tal Muñoz, mostrándole las lleves del auto-.
Iturralde atinó instintivamente con un movimiento rápido a sacar el arma que llevaba siempre en la cintura. Se amargó y dejó caer hacia atrás la cabeza, tras un largo suspiro, cuando recordó que hacía años que ya no andaba armado.
_No lo intente, comisario-dijo Muñoz, señalándole con la cabeza hacia adelante-.
Iturralde advirtió (pensó, como pensaba cuando era policía) la presencia de dos “Natalia Nuñez” –NN- masculinos, aparentemente mayores de edad, en actitud sospechosa.
_Que va a hacer, comisario?, le va a avisar al comando?-decía riendo irónicamente Muñoz-.
_Pero dígame de una vez por todas qué carajo quiere, hombre-articulaba entrecortado, Iturralde, sollozando-.
_Ya le dije, jefe, ya le dije. Tiene 24 horas a partir de ahora.
_Pero…, bueno!, está bien, que hay que…, a quien tengo que liquidar?-decía entre impaciente y confundido, el comisario-. Sonriendo, Muñoz, aguantando la risa dijo:_También quiere que le dé de comer en la boca?. Usted sabrá que hacer en su debido momento, y dentro de estas 24 horas que le quedan. Que tenga buenas noches.
Muñoz se bajó del auto, cuando Iturralde quiso irse recordó que no tenía las llaves y miró a su alrededor, a ver si las encontraba. Suspirando, mirándose las cejas e inclinando la cabeza hacia atrás se maldijo, pues tenía la llave en la mano. Cuando miró hacia fuera, ni los Natalia ni Muñoz estaban. Habían desaparecido. Ni un rastro.
Cuando llegó a la casa, se sirvió un wisky añejo y se fue a acostar.
Una sensación abrupta lo alertó, en los instantes que preceden al sueño, y con toda la autodeterminación y coraje que alguien tiene que tener, pero con lágrimas en los ojos, maldiciéndose una vez más, sacó la “Astra 100” calibre 9 milímetros que guardaba en el placard y fue introduciendo lentamente el cañón en la boca semi abierta, hasta que una mezcla de muerte y sobresalto, propia de instantes que se confunden en el tiempo minucioso y mínimo, lo asaltó, mientras los sesos se esparcían por toda la habitación.
Como quien vuelve de algún lugar, Iturralde, volvía al mundo, tras una eternidad o unos instantes en otro lugar, vivo, vital y sano; cuando unas voces lo despertaban de a poco:
_Le dije que había buena paga, agente, le dije…-se oía entre risas-.
_Lo que pasa es que el pibe no sabía lo bueno que es hacer adicionales -más risas-.
_Y…, si, así que ya se, el fin de semana que viene me voy de vuelta a la Bailanta a patear negros…
_Comisario, ehh…!, comisario…
_Ehh? Dijo Iturralde incorporándose y arreglándose la camisa, y secándose la baba que le corría por el mentón.
_Se quedó dormido, comisario, cuánto durmió anoche?-le decía un oficial principal, en su despacho-.
_No, no se qué pasó, déjelo ahí, Cabañas, déjelo ahí-dijo Iturralde, riendo, sin sorprenderse de que se encontraba como siempre, en su despacho de Comisario Inspector, como Jefe de la Unidad Regional.
_Avisale a Rañiguez que voy al Banco. Ya vengo.
Cuando estaba al frente del cajero automático, divisó en la pantalla del mismo algo que lo sorprendió por primera vez en el día:
_Cien lucas?, de donde mierda salieron estas cien lucas?.
Todo era más real que nunca, afuera hacían 30 grados, era el mes de diciembre, las 12 del mediodía, e Iturralde seguía siendo Jefe de Policía, alegremente, y ahora, con cien lucas.
Un hombre,¿era Muñoz?, se le acercó al lado, y le dijo con la misma voz:
_Día de pago, comisario?
_Así es-entre risas-, hora de cobrar.
_Ando con el móvil, jefe, si quiere lo llevo de vuelta hasta la unidad._Dale, tirame hasta allá, dijo Iturralde, mientras se guardaba algo de plata en el bolsillo, salía afuera y se subía al móvil, como si no odiara al Sargento Muñoz, como si muchas cosas, nunca hubiesen ocurrido, o al despertar en su despacho, las hubiese olvidado, o sencillamente el mecanismo de esos hechos inverosímiles no le importara: su mujer, francamente, seguía viviendo, él también, y le quedaban varios años de vida aún y de servicio activo y de retiro en situación efectiva, nunca había estudiado abogacía, le gustaba la caña quemada y ahora tenía una pequeña fortuna.

Saturday, October 22, 2005

No se que va a salir de esto. Simplemente me dispuse a escribir. Voy descifrando lo que es inconsciente a medida que escribo. Escribo para saber que existo, y que soy. A veces escribo para aliviarme, como quien busca tomar para olvidar. Yo escribo para vaciarme. Para vaciarme de lo que muchas veces duele. Duele esa tristesa (algunas veces justa y verdadera) metafísica, que día a día se hace notar recordándome que mi vida es una colección de proyectos truncos.
A los seis años empecé natación, luego, por miedos, dejé. A la misma edad me mandaron a inglés, y deje a las 2 clases, no se por qué, supongo que por algún capricho rebelde. A los 7, empece terapia con una psicóloga, y por desición de alguien nunca seguí, a pesar de que a los 15 años haya empezado de vuelta y en la actualidad siga. A los 14, quise irme a la Escuela de Suboficiales General Lemos, a aprender un oficio y ser militar, pero mi madre me desalentó. No fuí. A la misma edad también, empecé un curso de defensa personal de 3 meses, que nunca terminé oficialmente, no se por qué. A los 17, casi 18 me fui a Buenos Aires a hacer el CBC para medicina, la medicina es mi sueño, pero sin embargo, me frustre en el camino y me di cuenta de que quería ingresar en la policía de mi provincia. Me volví. Todavía estoy esperando a que me llamen, hay 3000 personas que esperan lo mismo que yo. Mientras, hasta que me llamen, hice los trámites para entrar como marinero, en la prefectura, por cobardía, por no estudiar para el examen de ingreso y porque no encontraba algunos elementos que debía llevar al día siguiente, no me presenté a rendir. Después me dijeron que me hacían entrar de cualquier forma si aunque sea me hubiese presentado. Me quería morir. Ese mismo año (el año pasado) decidí estudiar enfermería, empecé este año, me estaba yendo bein, pero dejé, aún no se bien por qué, creo que porque pensé que en octubre me iban a llamar de la policía, al fin, despues de un año de laburo fino para poder entrar. Ahora están de paro, y no creo que entre hasta dentro de un tiempo largo.
Me voy quedando en la vida. Cada intento trunco para hacer algo me deja exausto y desvastado, y vivo los días esperando a que pasen y a que algo en cada uno de ellos -días futuros- me sorprendan. pero parecen ser todos iguales. Cre siempre que estoy a punto de caer en un abismo , que nunca encuentro. Por mirar el horizonte, me voy tropezando con varias piedras del camino. Y aún no logro aprender. Sigo escribiendo, para alguna vez, publicar un libro y asegurarme que mi vida no es el sueño de algún escritor, pero aunque me pegue, o me revuelque, se que no me voy a despertar, sino hasta que ese escritor que me sueña, lo decida. Es atroz, espero cada día, pensando que ese día es el horizonte que esperaba, pero ninguno lo es. Entonces me siento vencido por mi mismo, por mis ganas de hacer cosas que nunca hago, por mis fantasías que nunca hago realidad, por mi seriedad, por mi tristeza, por el recuerdo de el gran amor que perdí (quizá -como dice la canción de Cacho Castaña- Por esa puta costumbre...). Y por esa puta costumbre (la de vivir como vivo, soñando) o no se cual, me dejo estar cada día, y me sorprendo cada vez que hago algo trascendente. No se como va a seguir esto, cada instante que lo pienso me siento exasperado, ansioso, tenso, expectante, pero al otro día, nada ocurre. Sigo igual, todos los días vuelvo a despertar, y a veces maldigo eso, todos los días me crece la misma barba y me sigo acostando tarde, todos los días vivo haciendo cosas por los demás (por mi vieja, por mi hermana), y a pesar de mirarme el ombligo todo el tiempo, sigo siendo el mismo, nada cambia, a pesar de que todo los intentos por vivir son truncos, sigo viviendo, y los demás me recuerdan, y de alguna forma trascendí y trasciendo, pero por los que me ven vivir, los que me ven de afuera.

Thursday, October 20, 2005

El día que el clan se sublevó

Algún ligero rumor vino a mi. Decía que las esposas de policías de la Provincia del Chubut se estaban manifestando para lograr una recomposición salarial de sus maridos. Una "dignificación". De esos hombres que trabajan los siete días de la semana, que arriesgan su vida 8 horas diarias y sin vacaciones, sentados 8 horas seguidas atendiendo el telefono que no para de sonar, escuchando las criticas y quejas de los vecinos, asentando novedades en el libro, hablando por radio, cuidando a los detenidos y estando atentos a todo lo que pasa en el turno(todo al mismo tiempo). Y no hay más hombres porque en la escuela de personal subalterno entran como máximo 70, cada 3 meses, o cuando el gobierno decide que se hagan los nombramientos(más agentes que entran, más sueldos para pagar, y menos plata para robar). Y el gobierno no está dispuesto a invertir en seguridad, porque no viven en los mismos barrios que todos nosotros, y tienen seguridad adicional o privada. Sinceramente, no les importa nada de nosotros, ni de esos hombres que van a meter las patas en el barro en el máximo abasolo a dejarse cagar a tiros gratis, porque las leyes garantistas no los dejan actuar, y ellos se llenan de bronca, se desgastan y se resienten con razón, porque son personas como todos, padres, hijos, hermanos, TRABAJADORES y como todos, también tienen miedo cada vez que salen a cagarse a tiros, por todos nosotros.
Más tarde supe que todo era más serio y grave de lo que pensé, y mi superyó me impedía ver la realidad, y en principio repudiaba toda rebeldía, cuando me enteré que también la misma policía se había acuertelado y estaban de "paro", como me dijo un oficial ayudante, de la secccional tercera. El 101, comando radioeléctrico daba ocupado. Eso es imposible. Habían descolgado el teléfono. Supe entonces, y cuando los vi quemando gomas en la unidad regional, que la mano venía "jodida", y que tenían razón. Y que la seguridad va a mejorar cuando los gobernantes (ejecutivo y legisladores) cambien las leyes inherentes a la seguridad y a lo procesal. Están usando a la policía como preservativos, y encima la gente los critica: "milicos de mierda, son vagos, te dicen que no se puede hacer nada, son ineptos e incompetentes", sin embargo pasaron el examen psicológico, que a mi me costó 2 horas y media resolverlo, quemandome la cabeza. Digo yo...., esa gente sabe lo que es ser policía, SER POLICÍA?, yo aún no lo se, lo sospecho y cada día lo tengo más claro. Pero al menos los respeto, a todos. Con sus caracteropatías, su seriedad, su jocosidad y su tinte grotesco, su verticalidad, porque acaso así los formaron, para cuidarnos, para que descansemos tranquilos. Pero no los dejan trabajar. Encima del sueldo de mierda, la gente los critica sin entenderlos y la justicia los procesa cuando matan a un delincuente que mato a muchos inocentes, a gente trabajadora, para robarles, mientras estaba drogado o alcoholizado y quemaban un comedor infantil en zona norte despues de un partido de fútbol, un negro de mierda que a ninguno de nosotros nos llega a los talones. Cuando le pegan a alguien con razón cuando ese alguien ya los tiene cansados, porque todos los días es el mismo, y se les rie en la cara cuando a las 24 o 48 horas queda en libertad.
Están cansados, ya no lo soportan. El gobierno de la provincia del Chubut tiene grandes fondos, las regalías petroleras son 4 veces mas que hace un par de años. Y les niegan un aumento a $1500 de básico???.
Cuando quemaban cubiertas y protestaban pacíficamente, salio un comisario a decirles que no eran piqueteros, que eran policías, que se comporten como tal.
El comisario está sentado como mucho 8 horas en la oficina, tomando café y tomando alguna que otra decisión. Gana alrededor de $4000, un agente, que es un escudo, un obrero y carne de cañón, gana cerca de $900(de bolsillo, no básico), y el esfuerzo que hace a diario es doble o triple.
A ver si esto se soluciona pronto, y como ciudadanos de un país generoso, comenzamos por aportar nuestro grano de arena, no solo a criticar, a ver si dejamos de votar en blanco o no votar (y despues sin haber elegido nos quejamos), a ver si por lo menos, para cambiar la atroz realidad dejamos de criticar a la policía, y los entendemos.

Monday, October 17, 2005

Los días

Algo o la idea de alguien, recordé esa mañana.
Recordé que todas las cosas, son acaso una sola cosa.
Y así como la dispersión y separación de los hombres en la ciudad marca individuales destinos, la mañana ajetreada de trámites, bancos y salas, y acaso las noticias vuelven a unir esos destinos separados. Y la ciudad y la gente vuelven a ser una sola cosa, el presente.
El candor de la mañana, la tenue y tibia tarde y la fresca noche, son fases que se repiten incansablemente y que no cejan, marcando, separando y dividiendo el sueño y la vigilia de los otros, que viven pensando en otras cosas, porque se saben de algún modo inmortales y con suficiente tiempo para reflexionar estas cosas algún día. Pero acaso ningún día los dejará reflexionar, los días obligan irremediablemente a los hombres a su secreta y oscura devoción por los trabajos y la ciudad.
Es por eso, que me he apartado esa mañana (casi como todas) a pensar y entender estas cosas, pero para eso fue necesario soñar trabajosas trampas nocturnas para obtener dinero estafando máquinas y con ese dinero poder costear mis días de ocio.Las catástrofes y terremotos, aquí (solo geográficamente) nos son ajenos, y no hay un día que deje de ser igual. Las mañanas, los mediodías (que existen solo para los que almuerzan), las tardes y las noches marcan con fruición, como castigo, el destino verosímil de todos los hombres, el mismo destino para todos. Porque las cosas, todas las cosas, son acaso una sola cosa, que hasta ahora, es indescifrable.

Sunday, October 16, 2005

Fiebre aftosa

El Dr. Arbusto Espinoso, un autentico micrófono von sachs del Derecho Romano, nos refiere un caso existencial que se puede referir a ciertas metáforas pasajeras de la filosofía del derecho. El sr. Planiol, como refiere en uno de sus escritos, tiene profundas experiencias que borronean las delgadas líneas rojas entre la vida y la muerte. He conocido, a César Isidoro Planiol. Es de mi especial interés, como el terremoto, la martingala y la medicina porque hace 40 años que soy médico. Y esa disciplina lleva a otros gustos e intereses. Por eso comento este caso, que me tocó atender.
Así como la vida le deparó experiencias envidiables con la muerte, a Planiol, le hizo experimentar males de otro reino. No tardó en llegar entonces, en las postrimerías de su vida un suceso que conmovió, confundió y conmocionó a la ciencia médica. A mi no tanto.
Érase un día que me encontraba atendiendo en pelotas –porque en mi casa se había roto el microondas que por locura mi esposa hacía funcionar como lavarropas-en mi consultorio de la gran raja que tengo en La Nueva Española (una filial rumana de la rotisería “La Nueva Victoria”, una rotisería que trabaja con comidas naturistas y tiene convenio con mi clínica de nutrición, salud y Reguetón. Yo tenía puestos los calzonis, y encima un largo guardapolvo blanco. Los pacientes no se daban cuenta de mi falta de ropa porque suponían que llevaba pantalones cortos, que no se veían detrás de mi guardapolvo. Esa es una de las verdaderas ventajas de ser médico (más que cualquier otra). Que se puede atender en pelotas, con un guardapolvo y nada más, y nadie se va a dar cuenta.
Golpean la puerta, entra la secretaria, y me dice en un tono presuroso que se encuentra un tal Planiol esperando para ser atendido. Le pregunté si se hacía atender por la Obra Social de los Empleados de la Gasolina y de la Guantanamera (la única obra social que atiendo, por cuestiones de la Republica Dominicana, del culo y de los sabores del porro-de Totó la Momposina-). Me dijo que no, que tenía SEROS (porque es profesor de electromecánica en la ENET), entonces le dije que tenía que abonar $100 para la consulta, porque soy un médico de puta madre y me hago respetar. Fui el primero en diagnosticar mal de cumbia sin bahiamilos, endoscopios, molestas venoclisis ni exámenes sanguíneos, solamente haciendo un examen clínico bien completo. La chingada, me dije riendo sin parar –y las bolas se me sacudían con fuerza- al fin podré comprarme con esta consulta una botella de Rutini malbec. Dale bomba, me dije, a atender, carajo. Hágalo pasar, le dije a la Brunilda.
_Buenas tardes, doctor-me dijo ojeroso y preocupado-.
_Digamé, que le anda pasando, nomás.
_Mire, estoy cansado, hace más de 2 semanas, me duermo en el trabajo, me siento cansado, me duele todo el cuerpo, tengo miedo que haya que rectificar arbol de viela y camisa.
_No se preocupe, le dije riendo. Debe ser una gripe aviar, pero primero vamos a revisar (reí de vuelta porque me había salido un versito).
_Creo que tuve fiebre también-me decía extrañado Planiol-, y tengo apollas en la boca.
En ese momento el culo empezó a sudarme con poder y mucha fuerza, pues presentí lo peor.
_Acuéstese en la acaimilia, le dije. La acaimilia es una camilla pero en forma de hamaca paraguaya fusionada con mesa quirúrgica, ya que también hago operaciones menores de acapela y a corazón abierto, en mi consultorio.
Entonces fui al estantecito y busque un bajalenguas, le hice abrir la boca y me encontré con las más oscuras y profundas cavernas pustulosas, crepitantes y calivectantes en mucosa, lengua y paladar blando. Le tomé la fiebre, tenía 40,5 cº. Le tomé la presión, tenía 180-100. Planiol sudaba, y sufría. Lo ausculté y en los pulmones tenía a toda la orquesta de Juanes, Bola de Nieve y Homero Expósito, junto con los neo Gardel y chabelitos con guitarra eléctrica y, como es de suponer, de Lolo, con su guitarra.
Mientras me iba al escritorio le dije:
_Esto supera mis límites amiguito. Lo voy a tener que derivar con un veterinario. Ahora se me toma ya un Sertal compuesto, o un paracetamol, como para bajar la fiebre. Usted tiene una fiebre aftosa de la gran siete. Dígame ya como mierda hizo para pescarse una enfermedad exclusivamente de ganado, usted es pelotudo?, o se hace? Digame ya o le patearé el culo más que a nadie, carajo. Usted está poniendo en peligro a toda la humanidad, hay riesgos de que ocurra una pandemia, o una epidemia a nivel mundial! –le dije con toda la furia lisérgica y cáustica-. Tu eres raca taca o que mierda, pendejo?, qué cardiovascular! ay Dios! –dije a punto de estallar, cantando-. Déjeme los $100 arriba del escritorio, y vaya a esta dirección, lo va a ver un veterinario cordobés, el mejor de la zona. Tiene suerte de que yo vaya a recomendarlo.
Se fue, Planiol, muy triste, pero sabiendo que tenía la culpa, de alguna forma. Porque yo se lo había hecho creer.
_Pendejo…-me dije riendo de vuelta con fuerza, y terminando la petaca de wikis australiano que guardo celosamente en un cajón del escritorio-.

No volví a verlo más, pero en otras ciudades se rumorea que no tardó en salirle pelo rojo en todo el cuerpo, cuernos, dientes enormes, que aumentó unos 200 kilos, perdió el habla, se produjo un retraso mental completo, camina en cuatro patas, está curado y come suaves pasturas en Trenque Lauquen, Provincia de Buenos Aires. Desde entonces, lo que se escucha a sus alrededores, en su establo, son solamente mugidos.
Irremediablemente, como Planiol experimentó con la muerte, ahora experimentaba como vaca, y por siempre, hasta que deje de ser inmortal y algún paisano despiadado, sin conocer su pasado, lo convierta en un rico asadito.

Thursday, October 06, 2005

Las clases de metafísica del Profesor Ítalo Jacques, clase nº 4

Un fenómeno documentado por un amigo del profesor:

Quiero dejar escritas las experiencias que he tenido con el Doctor Saint Kumalo, geómetra y doctor en ciencias fisicomatemáticas y cosmográficas. El Vicecomodoro Kumalo desempeñaba su carrera militar paralelamente con la mía en la Fuerza Aérea Argentina. Era medianamente reconocido en Latinoamérica por sus trabajos de investigación, que alguna vez, vanamente y con esperanzas de progreso envió a la NASA.
Se desempeñaba en el Escalafón General con especialidad en control del espacio aéreo.
Una tarde perdida en el ayer, iluminada por la tenue luz del sol, lluviosa por cierto, me hizo notar una de sus observaciones, de las que poco se podría hablar, pero razonar casi abstractamente era muy posible. Quizá era un poco insensato, delirante o producto de la imaginación formular que hacia el cielo se proyectan líneas casi imaginarias equidistantes, que nacen en el suelo.
Las líneas no son infinitas: caducan donde el oxígeno de la atmósfera escasea.
Una leyenda Inca habla por cierto de una raíz de un número par cuyo índice dependerá de la altura de la línea, de la cual la radicación de la altura total de la misma es un número que poco difiere de Phi. Pero es mera casualidad. Creí en un momento, que los Incas fueron los pioneros de este paradigma que habla sobre el origen de la supuesta letra griega o del número periódico que le corresponde, pero ahora tengo la firme convicción que los griegos han suprimido el origen del significado, atribuyéndolo así como creación suya. Lo importante de las proyecciones va más allá de cualquier valoración científica o técnica. Lo que importa es su valor metafísico, aunque pueda ser un tanto surrealista.
El motivo de la investigación de Kumalo era producto del castigo de sus superiores. Algún día me había contado que ordenó a un operador de sistemas de lanzamiento de carga aérea que dejara caer en cierta coordenada cajas que contenían armamento corto y equipos personales. El subordinado arrojó la carga en el punto establecido y algo muy macabro, siniestro y muy raro sucedió. El avión que cumplía la misión tenía órdenes de retirarse del lugar por el gran riesgo de ser abatido por el fuego enemigo en no se cual misión de paz.
Tres horas más tarde, a en la base aérea, llegó una comunicación por teletipo que expresaba la inmensa bronca del comodoro Rañiguez por no haber encontrado las cajas en el lugar previsto. No había una solución inmediata dado que el reabastecimiento del combustible tardaría 20 horas y los hombres necesitaban las armas para defender a la patria y sus vidas. Murieron 40 efectivos, entre oficiales, suboficiales y soldados.
Una aeronave de vigilancia divisó el día posterior a los hechos 10 cajas que resultaron ser las que se habrían lanzado el día anterior. Se había producido una desviación de 3 Km. .
Era una falla imposible. En ese tipo de operaciones el margen de error no sobrepasa los 100 metros.
Kumalo supuso entonces la desviación de las cajas como producto de un potente flujo magnético, lo que indica que las líneas tienen la capacidad de atraer cuerpos metálicos, que supone no un postulado científico explicando dicho fenómeno sino puro esoterismo.
Hay quienes no tardan es vacilar, que, la naturaleza de este fenómeno es la misma que la del fenómeno del triángulo de las bermudas, etc.
Hay otras teorías descabelladas que hablan sobre los pies de Dios sobre la tierra, que acaso son estas lineas invisibles y manifiestas con el magnetismo. Esta teoría ha desatado múltiples escándalos dentro de la Iglesia Católica, porque las lineas son finitas y Dios, por naturaleza, es infinito y está en todas partes.
Pero el propósito de este escrito no es investigativo ni científico, al contrario de lo que se pretende, es puramente anecdótico y de valor heurístico.

El día en que Dios aprendió algo

Dícese de un pueblo, como un rebaño, que mirando al mundo sin ver, no advertía que Dios estaba a sus espaldas. Dios desató truenos y tormentas, y el rebaño seguía sin verlo. Él continuaba con ansias de ser visto y descubierto.
Entonces, vino el mal -que el rebaño no reconocía como tal- y al ver a Dios que estaba detrás de sus animales, el mal huyó despavorido.
Dios continuaba mirando a su pueblo y diciendo:
_Te estoy viendo, y no te has dado cuenta aún. He prendido ya la luz (los relámpagos) y sigues sin verme.
_También he ahuyentado al mal, y sigues sin verme.

Entonces Dios, al fin pudo conjeturar:
_Quizás si dejo de preocuparme porque me veas, al fin podrás verme.

Entonces, inmediatamente, el rebaño, el pueblo, se dió vuelta y pudo contemplar a Dios en todo su explendor, descubrirlo y comunicarse con él.

Wednesday, October 05, 2005

Ruda crítica racionalista sobre las obras de Norwest, por Adam Wyde Lyson

Aunque sus obras carezcan como todas, de un propósito útil, suelen mantener la estética propia de un mundo compuesto por lo mítico, lo fantaseoso y la atroz realidad a la cual invoca para plasmar sus escritos.
Es triste imaginar que en muchas de sus obras ha invocado esa burda y bizarra metafísica que tiene por propósito mal logrado confundir al lector, y acaso a sí mismo, porque es evidente que disfruta de la psicosis y la confusión mental.
Sus obras son también desordenadas, no siempre se pueden realizar conjeturas comunes a todos sus cuentos y monólogos. Sus musas suelen ser vagas, insidiosas y descabelladas, y no tarda -en tiempos de ocio- en escribir algo solo con el propósito de acumular ideas dispersas, que no conducen a ningún objetivo que sirva siquiera para reivindicarse.
Cuando me propusieron escribir una especie de prólogo para su libro aún inconcluso, habiendo leido previamente solo algunas de sus narraciones, me negué rotundamente. Pagaban en Dólares, y muy bien. Fue esa salvedad y el temor a sentir culpa por mi desprecio hacia Norwest, que ahora puedo escribir con cierto desgano una crítica breve para su libro, o de su libro.
Lejos de tener disciplina para el arte literario y a pesar de las sugerencias de sus pares-que trataban fervientemente de desalentarlo-, Norwest sigue teniendo la burguesa idea de utilizar su arte desbordado de infamias para alguna vez llegar a publicar un libro y obtener un beneficio económico en concepto de ello.
Creo que esta crítica, lo único que hará, es incentivar a otros críticos curiosos a leer las obras de Norwest. Despertarían su curiosidad, la saña y el menosprecio por sus escritos -como ya dije antes-, inútiles.
Quizás, otros quieran comprobar la infamia de su literatura. A no pocos les gustarán, muchos pensarán que malgastaron su dinero, y otros que es un loco al que simplemente se debe sonreir y hasta ignorar casi por completo.
Sus aficionados serán lectores pasmados que buscan la perspicacia, son curiosos y tienen demasiado tiempo libre, aunque esto no basta. Deben ser a veces hasta melancólicos y sufrir esquizofrenia de tipo desordenada, y esto tampoco basta. Porque las cualidades de un buen escritor, nacen y se forman en la empatía. No en pensar con fines comerciales qué temáticas le agradaran al lector -de hecho los escritos de Norwest suelen carecer de temática-. No se trata de lo anterior. Sino de hacer con barroca gramática y fina redacción -pero de un tema concreto- que la lectura sea cautivante. Como es de costumbre afirmar aquí, las obras de Norwest -definitivamente- no poseen estos atributos.
No es dificil pensar que conseguirá una venta masiva de su libro gracias a mí, porque los compradores -al leer esto- sentirán una profunda lástima por el escritor y creerán que harían un bien al mundo, a sí mismos y a Norwest, comprando su libro: el libro de una pobre criatura que no tiene donde caerse muerta. Un libro hijo de un semi dios de linaje rebelde, miserable e indigente.
Cómpren su libro!, solo así podrán condenarme al fuego eterno o llenarme de laureles y darme la razón.
Aunque la estructura de la escritura de Norwest no sea útil (sino solo para lo que él supone para poder lograr sus propósitos, y que pocas veces lo hace) no deja de ser serena, compacta y piadosa.