Sunday, July 31, 2005

El perro

En los ojos del perro veo la esperanza infinita, que en cada momento amenaza con desvanecerse y cada vez se hace más pobre a los ojos del tiempo, que igual pasa.

Elucubración pesimista

Poco a poco la enfermedad se apodera de mi, quizá no haya cura ni muerte. Ni curas que me salven de la muerte. Solo espera. Vana espera, que segundo a segundo gotea y se pierde en el infinito, quizá no haya infinito, solo mediocridad e inutilidad entre los hombres, que inevitablemente se dejan convencer por la dulce mirada que le ofrece el desistimiento hacia la búsqueda de aquello que llamamos “eso”.. Quizá no haya “eso”. Quizá no haya nada.
Si mínimamente algo pudiese existir o sobrevivir, sería la nada. Pero en caso de su ausencia, debo limitarme a escribir el futuro de la ausencia de una minima existencia y solo debo decir que la idea de la nada o en el mejor de los casos, la ausencia de esta, refutaría el axioma que refiere que crear el mundo fue una buena idea.

Revolución patológica psicofísica humana, de fenómenos psicóticos simultáneos

Desvelo. Insomnio. Sueño progresivo. Euforia. Confusión. El despertar. Soñar despierto. Pesadillas. Pesadillas una vez despierto. Enojos de los demás siempre contra uno mismo. Gritos. Ira. Progresiva ira. Culminación de la ira. Calma obligatoria. Calma progresiva. Sensaciones. Se cae el techo encima de uno. Más gritos. Más gente en contra de uno. Bichos. Desolación. Desolación semi aceptada, Muerte. Muerte Lenta. Muerte progresiva. Muerte absorbida. Muerte asimilada. Calma, ya vendrán tiempos mejores. Luego el muerto vuelve, se levanta, se descompone. Descompostura estomacal a nivel neuronal. Síntomas de borrachera. Síntomas de ebriedad regular, suave. Síntomas de ebriedad progresiva. Síntomas de ebriedad notoria. Culminación alcoholica. Coma alcoholico. El despertar, tres días después. Vuelven las pesadillas. Vuelven las extrañas sensaciones. Sensaciones tactiles. Falsas ilusiones y espejismos. Falsos estímulos visuales y tactiles. Descontrol, muerte y resucitación.

Nostalgia que a veces es levemente recurrente

Pasillos vacios, escuela, vos misma…
Iluminada de afuera por la luna y la noche naranja, te admiraré en otros tiempos, cuando no esté en ti. Cuando me acuerde de los atardeceres. Cuando ya sea demasiado tarde para terminar de descubrirte, me quedarán vagos recuerdos. Y lo que vendrá de ti a mi alma, serán solo ilusiones. En mi mente yo recordaré pasillos y aulas vacíos, y la imagen espectral de una clase que ya no existe, y que solo vive en la memoria del universo.
Pero se, que casi eternamente alojarás sucesores de mis vagos pensamientos e imágenes de mi ahora, y de mi pasado.
Todos tus recónditos pasillos y galerías, lugares y alrededores de ti, vivirán siempre junto a mi, para volver a ser vos y yo encarnados y juntos en un presente que ocasionalmente transcurrirá en el pasado, en las reminiscencias.
Las imágenes de vos, Escuela Nacional, que llegan a mi, te harán siempre amada, cuando ya no exista nada de lo que viví, sino en mi alma.
¿Será este hoy sin final Feliz?

Cuando vea a Borges

El aparecerá como una resplandeciente conflagración, que me despertará a la madrugada y me dirá, más sereno que nuca: “Ya mis ojos te podrán ver en algún instante. Morirás y antes de eso, dejarás de ser jóven.
He observado tus obras, que con tanto esmero has escrito, bajo la sombra del heraldo. Alguna vez, nos encontraremos nuevamente, beberemos unas cañas, con la misma dicha que el Martín Fierro le ha cedido momentos de gratitud a sus gauchos del sur, y hablaremos de literatura.”Luego de esto, se desvanecerá y se irá, y aparecerá en algún lado.

Búsqueda

La febril noche naranja trae en sí
Su esgrima atroz que atraviesa,
Ponientes de quietos recuerdos:
Llanura.

Te busco, en Sarmiento, en Quevedo
Y en Cervantes, en los clásico
En Borges y en el antes.

En el Silencio: días nublados
y de siempre cargado
De quietudes,
En diciembre.

Reflexión de cualquier muerto que en vida fue sabio

Ya próxima en mis ojos
Como mis anteriores obras
Se resquebraja la luna.
Sedienta, sublimada y
Ya no sublime

Ya mis ojos han visto
Un pródigo redentor
Y el más atroz enemigo.

Ya he sido poco feliz
Y He sufrido el fuego
Y las tenazas del infierno

He visitado en alguna vida
Anterior, castilla.

He fatigado los fracasos
e impuesto nuevos solsticios
he imaginado muertes varias,
antes inútiles.

Redentora de esta vida será:

La muerte, que estamos
Anticipando como cualquier
Cosa de la vida.

El mandamiento del Dios

Acabo de recordar, viendo las hojas en blanco de un cuaderno, como el daguerrotipo de la nada, lo que le sucedió a un conocido.
Cierto día se encontró con un libro sobre la mesa del comedor, que carecía de toda impresión.
Sus hojas blanquísimas, no querían develar el más mínimo secreto. Pero, ante la mirada de aquel hombre, más intimidante que curiosa, logró develar algunas páginas que dicen lo siguiente: “De Francisco de Quevedo, entonces rescato: Polvo serán, mas polvo enamorado. Ve y fíjate en esa caja de madera tallada a mano, que por cierto nunca usas. Allí encontrarás algo que te provocará la más profunda y empalagosa de todas las tristezas. Nunca volverás a ser el mismo, nunca después de de ese almuerzo del que solo conservas el nostálgico y triste recuerdo de la simpleza del mundo en todo su esplendor.
Habrás cambiado y entonces, una mañana, ya habrás muerto bajo tus celestes sábanas. Estarás solo y nadie te dará cristiana sepultura, porque te has quedado solo en el mundo. Habiendo tanta gente a quién recordar, solo verás a tu amor, tu único amor, tan perdido como nadie ni nada. La imagen durará segundos, y luego, deberás recurrir irremediablemente a tu memoria. Y cuando no tengas memoria serás una piedra sola, sin posibilidad de poder relacionarte con otras piedras, porque es obvio que no puedes”.
Algunos sabios se han enterado de estas letras que ese hombre ha imaginado escritas –o tal vez vio- sobre unas páginas vacías, y han opinado que contienen cuatro temas claves que el hombre tiene la obligación de conocer, antes de morir.
Los temas no están claramente establecidos, y será tarea de cada uno, averiguar cuales son.
Tampoco hay tema que sea totalmente erróneo. Con saber, o al menos intuir de que se trata, y establecer cuatro palabras, como una síntesis argumental simple, pero no menos trabajosa, el lector habrá cumplido con su tarea. Puede tardarse cinco minutos, o cuarenta años. Decida usted, entonces.