Monday, November 28, 2005

Reflexión

Para los que no se dieron cuenta..., en "Un Desquicio"-que fue escrito el 25 de noviembre- hablaba del Ministro de Economía Lic. Roberto Lavagna. No será que mi cuento marcó su destino?. Como sea, escribí eso, y ayer, 28 de noviembre, anunciaron cambios en el gabinete. Roverto Lavagna es reemplazado por Felisa Micheli, o como se escriba, ex titular del Banco Nación, si no me equivoco. Predijo mi cuento que Lavagna no sería más Ministro de Economía?. Y si en verdad Kirchner lo echó porque se volvió loco? o tenía que ocupar alguna banca del legislativo? a mi me parece que no, y si los medios le dicen que es por eso, no les crean.
¿Qué relación guarda mi cuento con la retirada del ministro? ¿Coincidencia?.

Quien sabe, y a quién le importa...

La modernidad

Hombre atlético, cintura chiquitita, espalda muy ancha, músculos marcados e hipertrofiados, sale caminando, de una empresa moderna, mucha plata, de traje, fachada de salpicré ocre y acrilicos esmerilados donde dice el nombre de la empresa y piso flotante de excelencia.
Se sube a un auto moderno, lo enfocan de todos lados..., llueve torrencialmente. En el medio del camino, una mujer semidesnuda lo hace frenar bruscamente, el auto es nuevo, buena marca, buen producto, frena bien, buena aceleración y reacción, lo conduce un empresario jóven. La mujer lo mira queriendolo seducir. Se pasa el dedo índice por los labios. Franquea la puerta del auto. Se sube, se miran.

"Nuevo Chevrolet Astra", dice una voz en off masculina, por ejemplo.

Galeti!!!, otra vez se quedó dormido?, dice el jefe.

Las publicidades vulgares, evidentemente la crean los publicistas que se quedan dormidos tratando de pergeñar publicidades semi aceptables o sensatas.

Los auspiciantes, lo que más quieren, es tiempo de aire, no creatividad.
Si por la creatividad fuse, la humanidad toda hubiese imaginado y recreado mentalmente a la muerte de forma tal que la ubiesen internalizado antes de que el destino lo quiera, y la raza humana hoy, justo hoy, ya no existiría más.
Menos mal que Dios, la cultura o la educación que nos dieron nos limitó a formas verdaderamente profundas de pensar, si no, el destino del planeta Tierra, hoy sería otro. Hoy sería cenizas. Y para los fatalistas..., hacia eso vamos, no se preocupen..., como dicen las viejas: "Los chicos de hoy, son cada vez mas inteligentes..., mi nieto no sabes como maneja la computadora...". De eso se trata la modernidad. progreso ilimitado y renovación y replanteamiento de nuevos paradigmas que rigen el universo, y pronto regirán hasta las leyes de la física.

...Y mi abuelo diría..., hay que joderse carajo...

Ahora me toca nuevamente, decir algo a mi: "Que va ser"... (esa frase no me pertenece, la he escuchado de algún personaje ilústre)

Friday, November 25, 2005

Un desquicio

Los rasgos del escándalo fueron intuidos por esa mente dormida, como una premonición: el Ministro de Economía disertaría ese día en un coloquio. Se despertó y se sintió algo raro, como si la realidad estuviese apagada y los hechos transcurrieran con una velocidad demencial.
Cuando bajó a desayunar, la sirvienta le preguntó qué tomaría, el ministro contesto que café solo, e inmediatamente, esa mente casi senil hilvanó la palabra “café” con la historia económica de los países productores de café y la sirvienta tuvo que escuchar su monólogo durante 20 minutos, cuando inesperadamente, empezó a hablar de un posible aumento en los puntos del I.V.A., y riendo, cuando la sirvienta le trajo el café (el hombre habría quedado hablando solo unos cinco minutos) dijo I.V.A. iba, iba, iba a tomar café pero no se que me pasa, e inesperadamente salió al extenso patio de su casa y miró las camelias imaginando historias chinas de fantasmas por tres minutos, que le parecieron una eternidad.
Los custodios lo miraban extrañados, y el chofer que lo llevaba al coloquio en Mar del Plata, de vez en cuando giraba la cabeza y reía discretamente.
_Señor, se siente bien? –dijo un escribiente retirado de la Federal, que lo custodiaba-
_Pero como nunca jóven! –esbozaba riendo el ministro-.
_Aparte, haber, Rodríguez, que carajo me ve a mi, eh?, ¿nunca vio a un hombre cagado de felicidad como yo?, por favor, señores, manéjense.
_Díaz, tengo hambre y préndete un sahumerio porque hay olor a zorrino.
Nadie contestó, y en el instante inmediato posterior, se encontraba en la Costanera Norte, frente a un restaurante, sentado en el cordón de la vereda, cantando y riendo solo. De golpe se acordó: el coloquio, el coloquio!, tengo que llegar al coloquio!
Lo que sucedió posteriormente fue inverosímil: el ministro hizo dedo, lo levantó un camionero que decía ir hasta Mar del Plata, pero sin embargo lo dejó en Río Gallegos, tres días después.
Entonces decidió que había llegado demasiado lejos, y que ya no importaría su destino ni su devenir, decidió olvidar que en algún momento había sido alguien importante, alguien de gran porte, se inventó un nombre falso (en realidad creó uno nuevo porque el actual no lo recordaba), todos sus familiares y sus allegados políticos lo olvidaron, nadie hizo la denuncia de su desaparición.
Cuando se acuerda, trabaja en un gran Restaurante, lleva la contabilidad de gastos, ingresos y la liquidación de sueldos, pero aún no se explica como adquirió esos conocimientos.

Saturday, November 19, 2005

Fé de erratas

En el relato "Al Agente Héctor Rincón" figuró durante bastante tiempo un nombre erróneo hasta que me hicieron saber que el nombre verdadero era Héctor.
Sepan disculpar estas contrariedades que a causa de la demencia galopante que padezco, me hace olvidar nombres y me limita levemente en algunas cosas, de manera ocasional.
Ninguna otra consideración acerca de las escrituras que yacen aquí.

Friday, November 18, 2005

Reflexiones en la urbe: Capítulo I

Fenomenología de las distancias

A pocos le llama la atención cualquier fenómeno que pueda producirse entre una persona y un suceso, o una cosa, y que a pesar de que estén dadas todas las condiciones físicas para que esos fenómenos se produzcan, hay algo que separa. El fenómeno se basa en la distancia de las cosas. Es la ética la que imparte distancia, no el espacio ni mucho menos el tiempo, aunque se han reportado casos en que esta involucrado el tiempo, como por ejemplo la muerte. He aquí algunos ejemplos concretos para que el lector comprenda la fenomenología de las distancias:

Un supermercado en la provincia de Tucumán, como es de suponerse lleno de comida, y a unos pocos metros, una casa llena de chicos desnutridos. No es la distancia física la que separa a la gente de la comida, sino fenómenos sociales complejos que no vienen al caso. Esos fenómenos sociales son de algún modo distancias, pero la distancia implica en este caso, la desigualdad. Lo que separa es la desigualdad.

Un policía depresivo que vigila las calles, está, por supuesto, armado. No es la distancia física la que separa su mano del arma. Tranquilamente, como un chico desnutrido que va a robar a un supermercado, el policía podría sacar el arma y provocar verdaderos estragos, pero la distancia entre esa fantasía o suposición y la realidad es muy grande, a pesar de llevar el arma en la cintura. Este hecho implica distancia, pero no espacio, implica sentido de realidad, moral y normal funcionamiento de las facultades neuropsíquicas. La distancia entre pensarlo y hacerlo, radica en la razón y en la voluntad (otros dos móviles casi incomprensibles).¿Cómo formamos nuestra conducta y personalidad?. La psicología ha postulado algunas teorías, que se fundan, en lo más profundo de la filosofía del hombre. Y cuanto más interrogamos, más difíciles son las respuestas, evidentemente, no hay respuestas, debemos resignarnos a ello, debemos conformarnos con las reflexiones.

A veces la voluntad no alcanza, porque muchos de estos fenómenos se truncan cuando nos encontramos con la gran pared de la moral (chicos desnutridos que no quieren robar, a pesar de tener un supermercado a la vuelta que los podría alimentar por el resto de sus vidas, policías borrachos tirando tiros al aire, etc.).

Un hombre necesita urgente un medicamento cardiovascular sublingual para su hijo que se esta muriendo en el auto, pero no tiene dinero, el farmacéutico le dice que lo siente, pero que sin dinero no hay pastilla sublingual. La distancia entre el hombre y el medicamento es de unos escasos metros, desde el mostrador a las góndolas de adentro.
Definitivamente el hombre tiene la facultad de decidir acotar y acortar o alargar las distancias, que siempre suelen ser muy pequeñas, pero la ética nos lo impide, a algunos, los más civilizados.

Un hombre ama fervientemente a una mujer que lo visita en su casa. Absoluta y plena soledad. Están dadas las circunstancias para que el hombre proponga los deseos. Pero hay algo que lo frena, que lo convierte en aplomado, que lo pone nervioso y ansioso. Habla con la mujer, y sus labios están a unos escasos 40 cm de los labios de la mujer. Pero la voluntad o la falta de voluntad alargan esas distancias terriblemente.

Una persona desea fervientemente ver a otra, que se encuentra a unos 2000 km de distancia. Con el avión, el problema estaría solucionado en 3 horas como máximo. Las distancias parecen acortarse. Pero no siempre estamos en lo cierto, o en lo que más nos beneficiaría. El capitalismo salvaje reprime este hecho. Esa es la distancia: la falta de dinero, de ganas, de voluntad, el desgano, la irresolución, una mezcla de inoportunidades derivadas de los designios del universo, que impiden que se acorte esa distancia.

¿Cómo saber entonces acortar esas distancias? Algunos lo han logrado y los han llamado anarquistas. No me interesa ser anarquista. Me interesa saber de qué manera algo abstracto como las distancias, tienen vida propia y deciden sobre nuestra voluntad. ¿O acaso las estaremos creando nosotros? ¿Con qué derecho? ¿Con qué deber?, al fin de todo, el ser humano tiene la capacidad de hacer posible lo que por pereza, se cree imposible (la facultad más grande, quizás). Entonces por qué el ser humano no pone fin a esas distancias? Si esas distancias desaparecieran, eso nos permitiría hacer lo que queramos, y el mundo sería un caos. ¿Normas y mandatos sociales? ¿Estructura de la cultura?-¿Folkways, Mores, etc.?. ¿Miedo a recibir una fuerte sanción moral por la sociedad? ¿Vergüenza por encontraros en ropa interior en una clase en la escuela?-el sueño que Freud alguna vez explicó, sobre la vergüenza de la propia desnudez-.

Todo lo hemos creado, y todo podemos destruirlo.


Si todavía quedan neuronas, próximamente, el capítulo II.

Wednesday, November 09, 2005

Al Agente Héctor Rincón

Me parece pertinente dejar escrito un hecho atroz que de vez en cuando recuerdo, como quien ve en la memoria del universo, el llamado inescrutable y eminente a la reminiscencia, al acto de recordar quizá por voluntad de esta memoria universal (que tiene vida propia). Es bueno poder carecer de ilustraciones barrocas excesivas cuando se trata de un suceso así, porque moralmente, por alguna cuestión solemos guardar respeto.
El hombre del que alguna vez me hablaron tenía de apellido Rincón, y había entrado recientemente a la Policía Federal. El lugar: la provincia de Buenos Aires.
No tardó en contarle su mujer (con la cual estaba por casarse), que había un sujeto que la injuriaba y molestaba constantemente en el barrio, con insinuaciones groseras. Por impulso de la hombría de bien, de buen policía y de resguardar la integridad de ella, se dispuso esa tarde, a hacerle una visita al desdichado de cuyo nombre, ahora no quiero acordarme. Le pidió a ella que lo acompañara. Él, recién llegaba de trabajar y estaba de uniforme. Quizás pensó que así, las advertencias serían más temperamentales, y crearían algo de temor.
Tras fuertes intimidaciones y amenazas de tomar represalias, le advirtió, ya en la casa del “maleante”-como la escuché a mi tía una vez hablar así del sujeto- que no siguiera molestándola.
Rincón dio por terminada su tarea, cuando una sombra se dejó entrever por mi tía, que no alcanzó a avisar a tiempo que detrás de él venía el hombre con un machete. El primer golpe sobrevino, y cuando quiso sacar el arma reglamentaria lo terminó de matar.
Fue realmente atroz, para todos los que lo vivieron, y para mi cuando escuche el relato. Por alguna razón, la Policía Federal no puso su nombre entre los Caídos en cumplimiento del deber. En este caso, el deber de un hombre, como hombre, y como policía, que intentó resguardar la vida de los demás, y, con más razón, de la mujer que amaba. Sin embargo su nombre no aparece, y es posible que Dios o la Memoria del Universo me hayan encomendado la difícil tarea de escribir sobre este suceso.
El maleante murió en el Chaco tiempo después en un enfrentamiento con la policía. Si bien este hecho pretendía dar un tono de equilibrio o de justicia, y sirvió para que el hombre no siga matando e injuriando, todos sentimos indignación y un sabor amargo al recordar la muerte de Rincón.
Mi intención, que algunos juzgan inútil, es la de reivindicar la figura de Héctor y de que sea recordado por su acto de profunda valentía, cosa que la Policía Federal no pudo o no quiso hacer.
Héctor, “un gran tipo”, dijo mi padre.

Saturday, November 05, 2005

El cabo Detergente

Promocionaban ya, hace días, ese nuevo producto detergente, sin decir mucho, solo rumores firmes como "algo nuevo está llegando" o algo así. Estaba intrigado, el producto sería lanzado el Domingo 6 de Noviembre a las 23 hs., fenómeno que me pareció inverosímil, porque a esa hora ningún negocio va a recibir mercadería de ese tipo, ni la gente, por mágico que sea el producto, va a hacer fila para entrar a comprar al negocio un detergente...
Escucho que golpean la puerta, mientras miraba el reloj, eran las 23 horas del domingo 6 de Noviembre, con unos segundos de más, ya no pasaban la publicidad.
"¿Quien es?" pregunto desconfiado..., "soy un suboficial de la Oficina Nacional de Investigaciones Detergentes". Al ver que un hombre uniformado, armado y con una capa gris se encontraba del otro lado, abro la puerta, confiado.
El hombre, ya un poco viejo, me dice: "mire, debo hacerle unas preguntas". "Si, adelante, contesto yo-con algo de cortesía-"
_¿Hace cuanto que lo hacen lavar los platos, vasos y cubiertos aquí en su casa?.
_Y..., unos 3 años, mediodias, tardes y noches, lavando sin cesar-dije con abulia y desdén-.
_Lamento informarle que cada gota de detergente que usaba era su alma, y si no me equivoco, el último detergente que compraron ya se ha agotado, y usted está muerto hace una hora y no lo sabe.
_Está bien, contesté-triste, sabiendo que no había más remedio-.
_Es por eso que desde la jefatura, en Buenos Aires, me han pedido que venga a remplazarlo, a lavar platos que usted ya no puede lavar, porque de tanto lavar a usted se le gastó el alma.
_Pero si no tengo alma..., y estoy muerto..., entonces mi alma no va a estar en el paraíso y habré desaparecido por completo del universo-dije ya, muy preocupado-.
_No se, amiguito, arregleselas solo, demasiado que vengo a hacerle el favor de que vaya a descansar en paz. Me permite pasar?, tengo mucho por lavar, y desinfectar la cocina, permiso.
_Está bien- dije resignado, mientras salía de mi casa, sin despedirme, caminando sin rumbo, a llevar a mi cuerpo (que lentamente se iba quedando sin vida) a algún lugar.

Vidita

A X, que es muy parecido a mi, quiza el que yo quiero ser (que no es otro que la imagen que yo mismo proyecto de mi) lo instan a salir unos, ¿amigos?. Tienen intenciones de ir al bar del negro o a la cabaña. X, condolido de su destino, pero temeroso de decir que si por las consecuencias posteriores que pueden afectar los designios del universo, dice que no, resignandose a quedarse en su casa, triste por no animarse a salir afuera (porque ya hace años que no sale, desde que era joven, pero muchos dicen que ya nacio viejo, practicamente) pero seguro en su mansión, refugiado en la metafísica, en la música hipnótica y en la espiritualidad, en Borges, se encierra en la pieza, se acuesta tras haber bebido casi en exceso, y casi deseoso de seguir bebiendo, mientras esta acostado, apagando la luz, y diciendo :"Bueno, a dormir..." y posteriormente:"Voy a adentrarme en el mundo de los sueños", como una cábala para soñar realidades llenas de éxtasis, un ritual diario, se duerme, resignado a seguir siendo el mismo de siempre, pero cada segundo un poco más viejo, a pesar de sentirse inmortal, nunca pierde la esperanza de no despertarse alguna mañana, vencido por el mundo: por un mundo que le exige demasiado: crecer, tener responsabilidades, esforzarse por hacer realidad sus fantasías, y por miedo a fracasar, ya se piensa fracasado, para no volver a intentar; cierra el día diciendo "Voy a adentrarme en el mundo de los sueños", y así en los instantes que predecen al sueño, logra conseguir algo similar a la felicidad.