Wednesday, September 20, 2006

Aroma de Buenos Aires

Los perfiles de la vasta ciudad, se desgastan en la mirada de todos los que pasan, las miradas hartas de rutina y cemento.
Los habitantes enfermos se esconden tras barrotes de hormigón que huelen a café, tabaco, vino tinto y Buenos aires (que no es sino memoria y Tango). La calle Cangallo que ya no existe, es ahora otra gastada forma de costumbre, transformada en otra que no tardará en aburrir y provocar una tristeza que se incrementa paso a paso, del cero al doscientos, del mil al tres mil, hasta que paradójicamente finaliza en el infinito mental.
Las arduas mentes psicóticas que la recorren día a día ignoran, quizás, que solo en aquel arrabal de Buenos Aires que ya no existe, todavía perdura el olor a canela y desdén que se siente en el pasar de la estela de habitantes y fantasmas que todavía...no se van.

3 comments:

Anonymous said...

El tiempo se ha detenido un instante y con él, obviamente mi vida. Los aromas de Buenos Aires pueden obrar esos intangibles milagros

Anonymous said...

La calle Cangallo existe. Ningún triste político podrá quitárnosla. Ni a ella ni a su curioso, entrañable nombre...

Arbusto said...

"que todavia no se van". Que finales demoledores. Y de la calle Callango nadie dice nada?