Saturday, June 10, 2006

Reflexiones en la urbe: Capítulo III

Relación tanática sujeto-objeto.


A mi entender, el hombre indaga como miembro social cognoscente, el objeto. Y producto de esa indagación, realiza una conjetura de la cual luego se desprenden diversos conocimientos más o menos organizados.
La curiosidad fue el gran factor del desarrollo mundial, por tanto, del conocimiento que tecnificó al mundo.
La gente, se entiende entonces, que tiene el hábito de escribir, plasma en sus cuentos elucubraciones y especulaciones más o menos organizadas en tramas de distinta índole.
El problema, es lo que me está sucediendo.
Antes, mi curiosidad exploraba objetos inimaginables, ahora, mi realidad se limita a las mañanas, a los periódicos, los medios y las diligencias. Ahora me he vaciado: no queda en mi una gota de imaginación, ni de curiosidad por lo más fácilmente imaginable.
Muchas veces, los objetos que tratamos de conocer, son motivo generador de angustia existencial y sensación agobiante de carga permanente. Y en lugar de hacer un análisis exhaustivo de la situación (que podría no resolver el conflicto, sino paliarlo, derivando la dicotomía en otros problemas filosóficos más interesantes o amenos) nos quedamos con lo que sabemos, o con lo que no sabemos. Y es mi caso.
Hoy, he descubierto que lo que más me atrae de Borges es su melancolía permanente, asi también como del tango. Melancolía permanente que nos angustia pero que a la vez anhelamos. la misma melancolía que nos desanima y nos hace admirarlo a Nietzsche cuando dice: " Puede resultar trágico un asno pereciendo bajo una carga que no puede soportar...? Es el caso del filósofo.
...En todos los tiempos han formado los sabios este juicio sobre la vida: que no vale nada. Siempre y en todas partes han salido de su boca las mismas palabras, palabras llenas de duda, llenas de melancolía, de cansancio de la vida, de resistencia contra la vida."
La misma melancolía que me hace añorar lo que "nunca jamás sucedió". Quizás entonces, el deseo no se trate de una u otra cosa en particular, sino del deseo de añorar aquello que es ideal, para poder sentir nostalgia y regocijarnos de nuestra absurda y tanática cólera(*).

(*)"...Es la baba, gris, cáustica"... (Oliverio Girondo)

2 comments:

Anonymous said...

Usted es un completo genio Don Crópulo, no mienta. No diga que ya no tiene imaginación, mesejante escrito no lo haría cualquiera.
Me regocije todo lo que pude, lo leí dos veces, y me parecio tan copadito que mi cabezita de burro solo puede acotar:

" Y no volví más a tu puesto de mierda a comprarte ... "

:D

Arbusto said...

Si, don Crópulo no tiene la mas puta idea de lo que tiene por cabeza.
Siga imaginando, don Crópulo. Y diciendo palabras de filósofo, para deleite y relamización de los que lo rodeamos.