Thursday, September 15, 2005

La estirpe

Solo, sales de aquella casa, recóndita, oscura, húmeda. Mientras, el sol se va deshaciendo en el horizonte, fundiendose como la manteca. En la mano tienes algo. Te estoy soñando, sé que vienes hacia mí. Estás muy lejos, pero en una fracción de segundo, ya estas a escasos metros de mi casa. Afuera, el sol marca el ocaso, y el ocaso, marca el desgano de una ciudad pequeña y cansada. El tiempo ha vuelto atrás. Estoy soñando con los modestos acordes que un moreno con aires de venganza tocaba con su guitarra en la pulpería de Recabarren, en la Pampa. Soñaba con ese lugar solitario. Había poca luz.
_Con la luz que queda me basta-dijo Martín Fierro al moreno, hermano del que alguna vez había matado-. Entonces comprendí que estaba excedido.
Así como Borges se encargó de hacer mortal la figura de Fierro, porque sus días estaban acabados, un enviado por alguien, supo también que debía acabar con mis días. Entonces me despierto cuando el negro está limpiando el cuchillo en los pastos, ya casi de noche. Pero sorpresivamente no estaba en mi habitación, como cuando siempre me despierto de la siesta. Estaba en la Pampa, era un gaucho del sur, sin tierras y que alguna vez cuando era más jóven había matado a un hombre en una milonga, había perdido a mi mujer y a mis hijos, y tan solo, al volver de algún lado, había hallado la tapera. Me estaba muriendo, mientras la luz del día se estaba yendo. Comprendí también que mi estirpe era la misma que la de Fierro, y que necesaria y definitivamente la descendencia de Fierro debía quedar limitada por mi muerte, y que ahora mismo debía también quedar grabada en la memoria del universo, con la mejor de las suertes… Entonces dejo de ser Martín Fierro, soy yo. Y estoy en mi casa, ya estoy despierto y corro con prisa a abrir la puerta de mi casa, resignado a mi destino, porque como Dalhmann esta, es la muerte que hubiese elegido o soñado, si bien me resistí un poco, cuando al abrir la puerta, un hombre alto, robusto y colorado me pregunta si está el patrón, y tras algún balbuceo, nos adentramos en una esgrima atroz, en la vereda, cuando ya la noche no estaba lejos y la fresca se hacía sentir.
Ya no recuerdo quien soy, ni quien fui. Ese enviado, ha cumplido con su misión.

No comments: