Friday, November 18, 2005

Reflexiones en la urbe: Capítulo I

Fenomenología de las distancias

A pocos le llama la atención cualquier fenómeno que pueda producirse entre una persona y un suceso, o una cosa, y que a pesar de que estén dadas todas las condiciones físicas para que esos fenómenos se produzcan, hay algo que separa. El fenómeno se basa en la distancia de las cosas. Es la ética la que imparte distancia, no el espacio ni mucho menos el tiempo, aunque se han reportado casos en que esta involucrado el tiempo, como por ejemplo la muerte. He aquí algunos ejemplos concretos para que el lector comprenda la fenomenología de las distancias:

Un supermercado en la provincia de Tucumán, como es de suponerse lleno de comida, y a unos pocos metros, una casa llena de chicos desnutridos. No es la distancia física la que separa a la gente de la comida, sino fenómenos sociales complejos que no vienen al caso. Esos fenómenos sociales son de algún modo distancias, pero la distancia implica en este caso, la desigualdad. Lo que separa es la desigualdad.

Un policía depresivo que vigila las calles, está, por supuesto, armado. No es la distancia física la que separa su mano del arma. Tranquilamente, como un chico desnutrido que va a robar a un supermercado, el policía podría sacar el arma y provocar verdaderos estragos, pero la distancia entre esa fantasía o suposición y la realidad es muy grande, a pesar de llevar el arma en la cintura. Este hecho implica distancia, pero no espacio, implica sentido de realidad, moral y normal funcionamiento de las facultades neuropsíquicas. La distancia entre pensarlo y hacerlo, radica en la razón y en la voluntad (otros dos móviles casi incomprensibles).¿Cómo formamos nuestra conducta y personalidad?. La psicología ha postulado algunas teorías, que se fundan, en lo más profundo de la filosofía del hombre. Y cuanto más interrogamos, más difíciles son las respuestas, evidentemente, no hay respuestas, debemos resignarnos a ello, debemos conformarnos con las reflexiones.

A veces la voluntad no alcanza, porque muchos de estos fenómenos se truncan cuando nos encontramos con la gran pared de la moral (chicos desnutridos que no quieren robar, a pesar de tener un supermercado a la vuelta que los podría alimentar por el resto de sus vidas, policías borrachos tirando tiros al aire, etc.).

Un hombre necesita urgente un medicamento cardiovascular sublingual para su hijo que se esta muriendo en el auto, pero no tiene dinero, el farmacéutico le dice que lo siente, pero que sin dinero no hay pastilla sublingual. La distancia entre el hombre y el medicamento es de unos escasos metros, desde el mostrador a las góndolas de adentro.
Definitivamente el hombre tiene la facultad de decidir acotar y acortar o alargar las distancias, que siempre suelen ser muy pequeñas, pero la ética nos lo impide, a algunos, los más civilizados.

Un hombre ama fervientemente a una mujer que lo visita en su casa. Absoluta y plena soledad. Están dadas las circunstancias para que el hombre proponga los deseos. Pero hay algo que lo frena, que lo convierte en aplomado, que lo pone nervioso y ansioso. Habla con la mujer, y sus labios están a unos escasos 40 cm de los labios de la mujer. Pero la voluntad o la falta de voluntad alargan esas distancias terriblemente.

Una persona desea fervientemente ver a otra, que se encuentra a unos 2000 km de distancia. Con el avión, el problema estaría solucionado en 3 horas como máximo. Las distancias parecen acortarse. Pero no siempre estamos en lo cierto, o en lo que más nos beneficiaría. El capitalismo salvaje reprime este hecho. Esa es la distancia: la falta de dinero, de ganas, de voluntad, el desgano, la irresolución, una mezcla de inoportunidades derivadas de los designios del universo, que impiden que se acorte esa distancia.

¿Cómo saber entonces acortar esas distancias? Algunos lo han logrado y los han llamado anarquistas. No me interesa ser anarquista. Me interesa saber de qué manera algo abstracto como las distancias, tienen vida propia y deciden sobre nuestra voluntad. ¿O acaso las estaremos creando nosotros? ¿Con qué derecho? ¿Con qué deber?, al fin de todo, el ser humano tiene la capacidad de hacer posible lo que por pereza, se cree imposible (la facultad más grande, quizás). Entonces por qué el ser humano no pone fin a esas distancias? Si esas distancias desaparecieran, eso nos permitiría hacer lo que queramos, y el mundo sería un caos. ¿Normas y mandatos sociales? ¿Estructura de la cultura?-¿Folkways, Mores, etc.?. ¿Miedo a recibir una fuerte sanción moral por la sociedad? ¿Vergüenza por encontraros en ropa interior en una clase en la escuela?-el sueño que Freud alguna vez explicó, sobre la vergüenza de la propia desnudez-.

Todo lo hemos creado, y todo podemos destruirlo.


Si todavía quedan neuronas, próximamente, el capítulo II.

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