Friday, November 25, 2005

Un desquicio

Los rasgos del escándalo fueron intuidos por esa mente dormida, como una premonición: el Ministro de Economía disertaría ese día en un coloquio. Se despertó y se sintió algo raro, como si la realidad estuviese apagada y los hechos transcurrieran con una velocidad demencial.
Cuando bajó a desayunar, la sirvienta le preguntó qué tomaría, el ministro contesto que café solo, e inmediatamente, esa mente casi senil hilvanó la palabra “café” con la historia económica de los países productores de café y la sirvienta tuvo que escuchar su monólogo durante 20 minutos, cuando inesperadamente, empezó a hablar de un posible aumento en los puntos del I.V.A., y riendo, cuando la sirvienta le trajo el café (el hombre habría quedado hablando solo unos cinco minutos) dijo I.V.A. iba, iba, iba a tomar café pero no se que me pasa, e inesperadamente salió al extenso patio de su casa y miró las camelias imaginando historias chinas de fantasmas por tres minutos, que le parecieron una eternidad.
Los custodios lo miraban extrañados, y el chofer que lo llevaba al coloquio en Mar del Plata, de vez en cuando giraba la cabeza y reía discretamente.
_Señor, se siente bien? –dijo un escribiente retirado de la Federal, que lo custodiaba-
_Pero como nunca jóven! –esbozaba riendo el ministro-.
_Aparte, haber, Rodríguez, que carajo me ve a mi, eh?, ¿nunca vio a un hombre cagado de felicidad como yo?, por favor, señores, manéjense.
_Díaz, tengo hambre y préndete un sahumerio porque hay olor a zorrino.
Nadie contestó, y en el instante inmediato posterior, se encontraba en la Costanera Norte, frente a un restaurante, sentado en el cordón de la vereda, cantando y riendo solo. De golpe se acordó: el coloquio, el coloquio!, tengo que llegar al coloquio!
Lo que sucedió posteriormente fue inverosímil: el ministro hizo dedo, lo levantó un camionero que decía ir hasta Mar del Plata, pero sin embargo lo dejó en Río Gallegos, tres días después.
Entonces decidió que había llegado demasiado lejos, y que ya no importaría su destino ni su devenir, decidió olvidar que en algún momento había sido alguien importante, alguien de gran porte, se inventó un nombre falso (en realidad creó uno nuevo porque el actual no lo recordaba), todos sus familiares y sus allegados políticos lo olvidaron, nadie hizo la denuncia de su desaparición.
Cuando se acuerda, trabaja en un gran Restaurante, lleva la contabilidad de gastos, ingresos y la liquidación de sueldos, pero aún no se explica como adquirió esos conocimientos.

1 comment:

Arbusto said...

Si tuviera palabras que se correspondieran con las sensaciones que tengo al leer tus escritos, te dejaría comentarios en todos. Pero no tengo